CDMX – 22 millones de habitantes y nosotros en el medio
Ciudad de México, una ciudad sin fin con casas hasta más allá del horizonte. Uno se siente agobiado ya con mirar por la ventanilla del avión.
Ésta es nuestra primera estación. Hace un color agradable y hay mucho jaleo en la ciudad – era la tarde del gran desfile del día de los muertos.
Niños maquillados corren por todas partes, balones vuelan por el aire, una mujer canta canciones religiosas, huele a las esencias de la purificación tradicional de espíritus malignos y a la comida deliciosa de los muchos puestos en la calle. Nos dejamos llevar por el centro de la gran ciudad.
Comemos los primeros elotes (mazorcas de maíz) con mayonesa, guindilla y lima – que en México se llama limón.
El día siguiente, hacemos un Free Tour (a base de propinas) con una guía que busca las cosas en Google antes de contarnoslas. Sin embargo, eso no disimula que la capital de México es increíblemente versátil, fascinante, que tiene mucha historia y mucho arte. Aprovechamos de que los domingos los museos son gratis y entramos en el Palacio de Bellas Artes para disfrutar de los murales.
Nos encontramos con Michel, y con él con un poco de casa en esta gran ciudad. Nuestro amigo común emigró a México y trabaja de maestro cervecero en una pequeña cervecería de Guadalajara. Nos encontramos con él en una feria de cervezas artesanales y probamos de todas las cervezas. Claro que la de Michel es la más rica de todas.