Una excursión a Teotihuacán
Teotihuacán probablemente es una de las actividades obligatorias de México. Jana ya conoce México muy bien, pero nunca estuvo aquí. Michel, al que recogimos ayer en la feria de cervezas artesanales, visita Ciudad de México por primera vez. Nos preparamos mentalmente para encontrarnos con tanto con una colección grande te turistas como con precios inadecuadamente altos.
En lugar de un autobús vamos con Uber, porque los buses grandes que parten del Zócalo a Teotihuacán nos parecen muy caros. La entrada de ~3€ es muy barata y empezamos nuestra excursión con una sorpresa agradable.
Al llegar, nos unimos a un grupo de turistas americanos porque venimos bastante poco preparados y nos damos cuenta de que no tenemos ninguna idea. Le damos una propina al guía y nos cuenta más detalles sobre el sitio que a su grupo – en español le resulta más fácil que en inglés.
No contaremos mucho sobre las ruinas de Teotihuacán que fue abandonada al rededor de 750 y más tarde se convirtió en en un santuario para los aztecas. En el centro de la ciudad se encuentra la Calle de los Muertos. En el norte, lleva a la Pirámide de la Luna. Pasa por un templo pequeña hasta llegar a la ciudadela al sur de la ciudad. A medio camino está la Pirámide del Sol. Es la pirámide más alta del mundo a la que se puede subir.
Probablemente, lo más impresionante de toda la instalación es nada más un detalle. Si uno se pone delante de las escaleras de un templo, debería dar palmadas. Las escaleras devuelven un eco que suena muy diferente: de repente, se escucha el canto de un pájaro, el quetzal. Es tan claro que uno tiene la impresión de que el pájaro está escondido debajo de las escaleras.
No se sabe qué civilización mesoamericana construyó Teotihuacán o si fue una ciudad cosmopolita de diferentes culturas – en sus tiempos puede haber tenido hasta 200.000 habitantes. Pero se puede decir con mucha segurudad que los habitantes eran gigantes, porque los escalones de la Pirámide del Sol son difíciles de subir.
Las vistas desde la cima de la pirámide hacen olvidar el sudor gastado en subir: son palpitantes. Además, se puede bajar con una quemadura. Pero vale la pena.