Llegamos a Guanajuato y esta vez no tomamos el Uber al centro.

Vamos en el autobús por 30 centavos inmejorables. Nos subimos con nuestras mochilas y nos sentamos entre niños en uniformes escolares, las mamás con sus compras y señores con sombreros. Se escucha música de banda y el conductor nos conduce con gran velocidad por las estrechas calles de la pequeña ciudad colonial. ¡Lo haremos definitivamente de nuevo!

Michel nos acompaña a Guanajuato y no nos detenemos a sorprendernos. Las fotos de Google no mienten si buscas la ciudad en internet. Las casitas son de todos los colores y como Guanajuato está situado entre montañas siempre se encuentra un lugar con preciosas vistas, aunque hay que subir por diversas escaleras antes.

En resumen: nos encanta enseguida!

La primera noche aprovechamos directamente para participar en una de las callejoneadas: cantamos, tomamos cerveza de las típicas ranitas de céramicas y bailamos con toda la gente.

Desde aquí quedan muy cerca San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo, lugares históricos: La cuna de la independencia mexicanca. El plan es visitar esos lugares y disfrutar de la riqueza cultural de esta región hermosa.