Un poco de España en Cuenca
Hacemos nuestra última parada de Ecuador en la ciudad de Cuenca, donde llegamos después de nuestra aventura del tren. En el bus enseñan películas de acción y de horror. A mí no me emocionan mucho, pero a los niños de una familia al lado les quedan clavadas sus miradas en la pantalla delante de ellos. ¡En Latinoamérica todo es posible!
¡Cuenca es precioso! En la noche damos una primera vuelta por la ciudad y nos sorprenden las plazas hermosas, los pequeños callejones y las iglesias incontables (aquí hay 52 iglesias en total) y la atmósfera relajada por las calles. Carnaval está por llegar y la gente está alegre comprando espray de una espuma blanca para las luchas de agua y espuma que se acostumbran hacer aquí por estas fechas.
Los cafés, bares y la arquitectura nos recuerdan inmediatamente de España, por lo que nos sentimos acogidos y felices al instante. Cenamos pizza y pasta rellena, compramos pan integral en un bistro francés, preparamos tortilla para los mejores bocadillos que nos salvarán la vida durante los próximos días de caminatas y descubrimientos. ¡Nuestros corazones europeos laten más fuertes!
Nuestro primer día pasamos en un turibus – después de la buena experiencia que tuvimos en Quito nos parece una buena idea. El tour empieza en la plaza central y rápidamente nos damos cuenta que se nos olvidó el bloqueador solar…¡ups! El tour no nos emociona demasiado. La señora habla sin parar y no se entiende muy bien ni su español y el inglés menos. Aún así disfrutamos del buen tiempo, de las casas hermosas y de los ríos.
El tour nos lleva a la famosa fábrica de sombreros de Homero Ortega. Aquí se producen los famosos sombreros de Panama, que se llaman así porque le regalaron al ex-presidente americano Roosevelt un tal sombrero durante las obras del canal de Panama y el le dio el nombre. El nombre es famoso, pero el producto es 100% ecuatoriano. La explicación en la fábrica es muy interesante y nos enseñan como el material de la planta de toquilla, trabajado a mano por una comunidad indígena, se forma, se afina, se pinta o blanquea hasta venderlo. La fibra más fina y el acabado más fino forman los sombreros más caros. Los dos no llevamos sombreros nunca pero los demás turistas aprovechan para comprar su propio ejemplar.
Visitamos miradores, me tiro de un columpio enorme y vuelo sobre las calles de Cuenca y nos quemamos las caras y los brazos. Pasamos la tarde en los bistros y cafés jugando a las cartas y trabajando en el blog. Disfrutamos mucho aquí.
Desde aquí hay una excursión muy bonita que te lleva al parque nacional del Cajas. Obviamente no nos podemos perder eso y nos subimos al primer bus que nos lleva a la entrada a través de las montañas preciosas. Al registrarnos nos indican la ruta mas o menos y ¡vamos!
¡El paisaje es espectacular! De nuevo nos encontramos en un lugar muy alto a 3.100 – 4.500 metros. Las subidas nos cuestan pero las vistas son hermosas. Pasamos por lagos con pequeñas cascadas y lagunas completamente cubiertas por plantas. Cruzamos por bosques de arboles que nunca vimos en nuestras vidas y los caminos son mas bien pistas de tierra, puentes y pasarelas de madera – ¡nos encanta! No hay nadie y tampoco hay muchos animales a esta altura.
Desafortunadamente las indicaciones del inicio no eran suficientes y nos topamos con varios turistas que se pierden igual que nosotros en el mismo punto. Damos la vuelta y de nuevo encontramos la señalización rosada para seguir nuestro camino. La experiencia es única y después de 3 horas de pura naturaleza estamos cansados con ganas de una ducha y de cama antes de comprometernos a una nueva aventura: comer el conejillo de Indias.
La preparación de estos animales es muy típica de aquí. Como nos recomendaron un buen restaurante confiamos en una buena calidad y el lugar es realmente bonito – sin reserva no tienes posibilidad de cenar cui aquí. Entre los dos pedimos un cui y nos dejan pasar a la cocina para tomar fotos de la preparación de esta comida tradicional (lo siento, pero estas fotos so necesarias para que vean). Logro comer una piernita y después renuncio – la carne ya no es lo que era para mí. Uno lucha para llegar a un pedacito de carne y Leo tampoco se hace fan del cui. PERO ¡Lo probamos! y eso es lo que cuenta.
Aquí se acaba nuestra estancia en Ecuador. Nuestro viaje nos llevará al sur y dirección a Perú. Ecuador es un país impresionante con una naturaleza espectacular, ciudades interesantes y gente amable. Aquí estuvimos un poco más a gusto que en Colombia, lo que surge seguramente de nuestras experiencias en familia. La cultura es similar a la colombiana. Las frutas aquí tienen otra vez otros nombres y el porcentaje de poblaciones indígenas es más alto aquí. Los productos que compras aquí en el supermercado tienen un semáforo de alimentos en las etiquetas – pero no cambia nada el consumo de comida con mucha grasa, azúcar o sal.Vimos paisajes increíbles con los momentos destacados que vivimos en la cascada enorme del pailón del diablo en Baños, el rafting, la selva de Tena y el volcán del Chimborazo. Aquí todo se puede: caminatas, cultura y también hay costa con la biodiversidad impresionante de Galápagos, que ni siquiera conocimos (no se puede hacer todo), lo dejamos para volver un día. Podemos recomendar mucho Ecuador como país turístico, también por su tamaño (aquí no es necesario tomar un bus nocturno).
Mil gracias Jois por tu hospitalidad que nos dejaron desgastar en exceso. Gracias por planes de viaje, por llamadas en las noches, por un millón de fotos, por tu familia y tus amigos, por lo tanto que nos divertimos juntos en tu país – ¡espero que no pasarán de nuevo 10 años hasta que nos volvamos a ver! <3