Muy arriba en Huaraz
Hace mucho frí y nos congelamos al llegar en la ciudad de Huaraz – sobre todo después del calor de los últimos días. Los alrededores de Huaraz son conocidos entre los turistas por sus preciosas caminatas y escarlatas, sus lagos con agua cristalina, sus glaciales y su altitud. De nuevo nos encontramos en un lugar bastante alto ya que Huaraz está a 3.000 metros de altura. Aquí se pueden encontrar las montañas más altas de Perú y los nevados más preciosos de los andes.
Me cuesta adaptarme a la altura y mi estómago rebela – no me siento muy bien. Beber mucha agua y tomarlo todo con tiempo es el lema aquí. Por eso decidimos de no hacer una de las caminatas largas de 6 horas para conocer a los lagos hermosos, pero queremos conocer el glacial de Pastoruri.
El tour nos lleva a fuentes de agua gasificada, una pequeña laguna profunda de color azul y pasamos por las Puyas, las plantas de los andes que sólo crecen aquí en Perú y en los andes de Bolivia y llegan a crecer hasta los 15 metros de altura.
Al final llegamos al famoso glacial Pastoruri – hay que aprovechar los glaciales mientras que todavía se pueda y realmente vale mucho la pena. La súbida es dura y sólo masticar la amarga hoja de coca nos ayuda y nos da energía para llegar a la altura del glacial. El paisaje es muy arido y vemos las hermosas cumbres nevadas – ¡genial!
El glacial mismo es impresionante. Vemos las diversas capas de hielo que brillan de color azul, podemos ver como se derrite el hielo en un lago y los turistas a nuestro al rededor tomándose sus selfies como locos. Es un ambiente bastante raro.
En Huaraz conocemos las tradiciones de carnaval de esta región. Durante dos semanas se disfrazan los diferentes barrios de la ciudad pasando por las calles de Huaraz. Al final hay un ganador de un concurso y el carnaval se entierra simbólicamente tirando a un ataúd de papel al río. Eso atrae a mucha gente que pasa un buen rato a la orilla del río salvaje para ver el espectáculo. es una buena posibilidad para nosotros mezclarnos con ellos. Aquí hay muchos grupos de indígenas que se pueden reconocer por sus sombreros altos que nunca se quitan – hasta con lluvia le ponen bolsas de plástico. El show no nos interesa mucho, pero los vendedores de algodón de azúcar, de helado y gelatina, los niños con sus mamás y la alegría nos parece muy interesante. Eso se siente muy real.
Aquí pasamos unos tres días. Leo trabaja bajo una manta por el frío y cocinamos comida fresca con los vegetales del mercado que nos da cosa por los olores fuertes a carne. ¡Los vegetales sin embargo son deliciosos! Mi digestión poco a poco se recupera y tenemos muchas ganas de conocer a Lima – nuestra próxima parada.