Deliciosa Lima
En este viaje hemos conocido a gente que vive en Lima o que alguna vez visitaron la capital de Perú y todos nos recomendaron lo mismo: Quédense unos días y márchense rápido hacía el sur, porque no hay mucho que ver. Como nuestro ritmo de viaje de momento es bastante rápido para llegar pronto a Cusco, aprovechamos y sólo planeamos quedarnos aquí unos dos días enteros. Posteriormente tenemos que admitir que no fue la mejor decisión no pasar más días en esta ciudad colorida, caótica y con tanto tráfico. Llegamos a Lima después de un viaje nocturno en la mañana temprano. Nuestros anfitriones de Airbnb son muy amables y nos regañan por no viajar a Argentina (no es que no quisiéramos, simplemente no hay tiempo).
Vivimos en uno de los barrios más ricos de Lima, Miraflores. Aquí hay miles de restaurantes, bonitos bares, muchas torres con viviendas y de vez en cuando una mansión que da testimonio del origen de este barrio. El hermoso centro histórico (patrimonio de la humanidad) queda un poco lejos, así que llevamos bloqueador, agua y la cámara (hace de nuevo un rico calor) para descubrir esta parte de Lima. Nos unimos a un free tour y conocemos la historia, las iglesias, los balcones de madera y vemos el cambio de guardias por el palacio presidencial. Los guardias marchan animadamente con música de un orquesta y la gente puede mirar desde fuera, a unos metros de la reja. Un espectáculo peculiar pero muy interesante.
En Metrobus, una línea de buses que pasa por los atascos y te lleva rápida- y económicamente de un lugar a otro, regresamos a casa para descansar, lavar ropa y reservar hotel/bus para nuestra próxima parada.
Para el día siguiente hemos reserva una experiencia especial: un tour gastronómico por el barrio bohemio de Barranco. Nos recogen en la puerta para llevarnos a un parque en Barranco donde conocemos a nuestra guía María. Por sorpresa, somos los únicos participantes del tour y podemos preguntarle todo lo que queramos a la pobre María. Empezamos con nuestro tour en uno de los mercados locales que se encuentran cerca. En un puestecito nos dan un sándwich de aguacate (en Perú se llama palta y hay miles de variedades deliciosas) para el desayuno. Se acompaña con un rico jugo de lúcuma, una fruta refrescante y dulce que nunca hemos visto o saboreado. Después, le dan a Leo un buen café peruano – aquí según se producen los mejores cafés del mundo.
En el puesto de frutas al lado probamos la cherimoya, una fruta verde con pulpa blanca – dulce y jugosa. Comemos una physalis local del Perú, la grenadilla que ya conocemos de Colombia y nos enseñan los diferentes tipos de plátanos. ¡La fruta aquí simplemente es perfecta!
La próxima parada nos fascina mucho: es un taller de cacao y chocolates peruanos. Aprendemos que el cacao viene originalmente del Perú porque es aquí donde más variedades de la plante de cacao hay. El chocolate peruano tiene una tradición bastante reciente ya que antes se acostumbró exportar todo el cacao en lugar de usarlo. Probamos chocolates con un 70% de cacao y son deliciosos. Unos saben a miel, otros a nueces, otros a frutos rojos – y es el sabor ingenuo del grano de cacao – ¡estamos en el cielo!
El próximo sabor es salado y el plato más típico del Perú: el ceviche. El pescado se cuece con limón y se sirve con vegetales como una ensalada fresca. El cocinero del lugar lo prepara en nuestra mesa. El ceviche viene acompañado por chicharrón, que son pedazos de pescados empanados, y la causa, un puré de patatas relleno de mariscos o en mi caso de palta. Como una causa vegetariana pero claro que también pruebo los clásicos a base de pescado.
En el bar de culto de Juanito le observamos al barman como prepara el mundialmente conocido Pisco Sour. Se mezclan a mano Pisco (un aguardiente a base de uvas), jugo de limón, sirope de caña y clara de huevo (para la espuma) para después añadirle unas gotas de amargo – estamos fascinados.
Del bar vamos a la cocina del lugar para ver como el cocinero prepara el lomo saltado. El fuego se pone en más alto y la carne con las especias y vegetales se saltea y salta en las llamas del aceite caliente – es todo un espectáculo como en las películas de cocina – me encanta. Obviamente sabe delicioso (para mi me preparan vegetales saltados) porque se sirve con plátano frito y Tacu Tacu, una mezcla de arroz con frijoles. Para acompañarlo nos dan a probar la típica Inca Kola, una bebida muy amarilla que nos sabe a medicina pero que a los peruanos les encanta tanto que Coca Cola compró la marca. María nos explica los orígenes de las recetas y nos enseña la belleza de Barranco con su arte de grafiti, sus casas hermosas y sus parques.
De postre hay helado casero de lúcuma, mango, sandía, …hay de todo. Aquí María nos deja como a dos bolitas felices. Este tour fue realmente increíble y algo muy especial para nosotros, supongo que se puede ver en las muchas fotos.
Redondos como nos sentimos bajamos hacia la costa para dar una vuelta. Como es domingo hay muchísima gente en la playa, pero no nos molesta. Tomamos fotos y nos sumergimos entre todos los limeños. El sol se pone en el mar dejando el cielo de todos los colores cuando caminamos de vuelta a Miraflores. Muy animados de las experiencias de este día. Que lástima que mañana seguiremos nuestro camino 🙁
Nos hubiera encantado también conocer a otras partes de la ciudad y los dos no podemos entender por qué todo el mundo nos dijo que no vale mucho la pena Lima. Tal vez no haya los mejores museos, los edificios más interesantes, pero Lima es real. Desde el centro puedes mirar hacia las colinas de los alrededores donde vive la gente sin agua o electricidad y con todo el caos y todo el tráfico le hemos cogido cariño a esta capital, sobre todo por la deliciosa comida que se puede conseguir aquí.