Un día con Nagesh

Es domingo y visitamos el Red Martyr Museum que trata de la dictadura militar en Etiopía en los años 70 y les da una voz a las víctimas de esa época. Se cortó la luz y tenemos que iluminar las salas con nuestra linterna del móvil. Después del museo, queremos caminar al palacio nacional, la sede del presidente, comer algo y dejarnos llevar. Cuando cruzamos un puente nos habla un hombre muy majo que además habla un inglés espectacular, algo que en Etiopía no pasa mucho. Se llama Nagesh y nos cuenta que vive en el este del país y realiza proyectos de ayuda económica para una ONG ahí. Está de camino a un bar, por si queremos tomar un café con él.

¡Claro que sí! Camino al bar pasamos por el palacio nacional. Muchos cochazos están llegando al parking, con banderas de la ONU o de la Unión Africana, diplomáticos de alto rango y hombres ne negocio van a cenar con el presidente. No se puede ver mucho del palacio y tampoco está abierto al público – aún.

Cuando llegamos al bar favorito de Nagesh, él pide para todos nosotros. Probamos zumo de aguacate – que es más puré que zumo y por eso se toma con cuchara en vez de beberlo – delicioso mezclado con mango. Los tres compartimos un plato grande de Fir Fir con carne seca (Jana es capaz de probar un poco) con Injera. Se come con la mano y Injera es el repuesto para los cubiertos y las servilletas. Se come solamente con la mano derecha – la mano izquierda es considerada impura.

Después, hay café. Seguro que sabéis que el café es originalmente de Etiopía y tiene muchísima tradición en éste país. Hay café por todas partes, y casi nunca es de máquina tal como nosotros lo conocemos. Después de Colombia y México, donde se produce mucho café, llegamos a conocer una nueva forma de consumo aquí en Etiopía. En la mayoría de los cafés, una mujer está sentada a la entrada y lava para la ceremonia los granos de café verdes, los tuesta a mano, hierve el agua en una estufa pequeña, muele los granos y prepara el café. Se toma de tacitas pequeñas, del tamaño de un café solo. ¡Es delicioso!, pero a Jana no le gusta (obviamente). Café se toma a todas las horas del día con amigos y como muchas otras cosas en la cultura etíope, también esto se comparte.

Nagesh le dice a Jana que lo pruebe otra vez. A nuestras tacitas les echa a parte de azúcar los tallos de una hierba que se llama «Tena Adam» (literalmente la salud de Adán). Esa hierba se saca directamente después de echar el café. El resultado es un café aromático, especiado, que (desde el punto de vista de Jana) también podría ser té – ¡delicioso y una experiencia totalmente nueva!

Nagesh es muy majo y le cogemos confianza rápidamente. Nos invita a pasar la tarde con su sobrina, la hija de su hermano muerto y su mujer, para pasar un domingo típico etíope con ellos. Él se ocupa de la familia pequeña cuando los visita en Addis y estamos invitados. Como la casa está cerca del hotel en donde nos alojamos, aceptamos.

¡Ahora se pone interesante!

Bien es verdad que la familia de Nagesh vive cerca de nuestro hotel pero denominar la choza de chapa «casa» es sun poco presuntuoso para ser sinceros. La cuñada de Nagesh vive con su hija en un barrio de chabolas en una única habitación pequeñísima con una sola cama. Nagesh compró el tal Chat, cacahuetes, agua y Coca Cola y nos sentamos juntos en la habitación oscura. Nosotros no entendemos ni una palabra si Nagesh no traduce y estamos muy contentos.

Durante esas horas aprendemos tanto sobre Etiopía que no podemos procesarlo todo. Además, hay café delicoiso y té con cardamomo y canela. Según Jana, el mejor té de su vida. Al mismo tiempo, masticamos hojas de Chat. Las hojas blandas se cogen de la rama y se mastican con cacahuetes (o sin, si eres etíope). Después de hacer eso durante varias horas, tiene un efecto energizante que recuerda un poco a las hojas de coca en Latinoamérica.

La sobrina de Nagesh tiene ocho años y es una niña muy activa. Habla un poco de inglés y se interesa mucho por la cámara. La mayoría de las fotos maravillosas que podéis ver aquí son de una ochoañera que hasta ahora no había tocado una cámara en su vida. Lo especial de esas fotos, seguro que lo véis, es que no tiene escrúpulos de caminar por el barrio y sacarle fotos a diestro y siniestro. Las fotos son muy reales y reflejan bien y con mucha cercanía lo que pudimos vivir ahí.

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Energizados con Chat, café, té y mucha felicidad, estamos de acuerdo cuando Nagesh nos ofrece comprar 5kg de granos de café y mandarlos a casa. Su cuñada tostaría los granos y él nos llevaría a la oficina de correos para que podamos mandar el café a nuestras familias. Los granos cuestan unos 35€ y podríamos añadir lo que querramos para el trabajo que su cuñada tendría con tostarlo.

Tenemos el dinero justo (1200 Birr etíopes) y con gusto se los damos a la señora que nos invitó a su casa, no preparó café y e y nos regaló una experiencia que nunca olvidaremos. Nos despedimos y quedamos para dos días después (para recoger el café).

No tardamos mucho – la misma noche – en darnos cuenta que fue un timo. No volveremos a volver a ver a Nagesh que por casualidad se llama igual que un cantante etíope. El efecto del Chat se desvanece a la siguiente mañana, así que pasamos la noche sin dormir, muy contentos y agradecidos. ¡35€ no son nada! Sobre todo al ver como vive esa gente – porque de una cosa estamos seguros: sí viven ahí.

No volvimos a ver a Nagesh. Nosotros lo esperamos el día acordado en el hotel donde nos iba a recoger, pasamos media hora mirando por la ventana sin querer desesperarnos. Era muy amable, abierto y habíamos aprendido tanto de él.

Era la trampa más hermosa del mundo.

P.D. Con plena lucidez, nunca hubieramos comprado 5kg de café y nos da mucha pena, queridos padres, que ese café nunca llegará a vosotros.

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