Mucho de todo en Hong Kong

¡Por fin llegamos a Asia! Estábamos ansiosos, nerviosos y todo eso se esfuma en unos pocos segundos cuando llegamos, ahora estamos alucinados, boquiabiertos ante algo tan diferente. Hong Kong, probablemente el sitio más europeo de Asia, nos ofrece una llegada suave, nos da tiempo para adaptarnos. Nos damos cuenta de una diferencia muy temprano: todo funciona, funciona bien y es puntual. Del aeropuerto cogemos un tren al centro, hay tickets electrónicos, controles automáticos y todas esas cosas que no parecen especiales. Después de siete meses en Latinoamérica, sin embargo, sí lo son.

Nos damos cuenta de varios detalles sobre Hong Kong el primer día: Hay muchas más zonas verdes de lo que esperábamos – las podemos ver desde el tren que nos lleva del aeropuerto. Los hongkoneses se visten muy bien y da alegría caminar por las calles y disfrutar de tanta gente guapa. El panorama urbano de Hong Kong es increíble, sobre todo de noche. Hay muchos hongkoneses y da igual a qué hora sales, las calles siempre están llenas y es bastante difícil caminar sin chocar con nadie. Me encantaría contaros todo lo que vivimos en Hong Kong, pero es imposible. Estuvimos ocho días en esta ciudad e hicimos de todo. Hay tantas cosas que no puedo contar, que olvidaré o para las que me faltan palabras, que ya tengo que pediros perdón ahora por dar una imagen incompleta de esta ciudad cautivadora. Empecemos…

En Hong Kong, la gastronomía es muy variada y suele ser una mezcla de varios estilos de cocina. Aunque lo más importante de la cocina hongkonesa sea la cocina callejera, también resaltan varios restaurantes chinos o vietnamitas o italianos o lo que sea. Nosotros siempre comimos muy bien y creo que uno de los mejores métodos de conocer a Hong Kong es: la vía culinaria. Uno de los «platos» callejeros más famosos son los gofres hongkoneses, llamados egg waffles o bubble waffles. Se suelen comer a secas, pero también con helado. Igualmente es normal tener que hacer cola para tomarse uno de los tés helados con perlas de tapioca, los bubble tea. ¿Ya os dáis cuenta de que bubble parece ser un ingrediente clave de la cocina hongkonesa?

Uno de los mejores locales fue sin embargo el Sing Heung Yuen. Es un local callejero que solamente vende fideos en sopa de tomate – pero preparaos para hacer cola durante 30 minutos. No solo son los precios económicos los cuales convierten este sitio en uno de los restaurantes principales de la ciudad, es también la calidad de la comida.

 

Pero este artícula se titula Mucho de todo en Hong Kong por una razón: no solo hay mucha comida y mucha gente, también hay muchas otras cosas. Por ejemplo, arte. El PMQ, un centro de arte moderno con tiendas de diseño, es un bonito destino para pasar la tarde. Por todas partes de la ciudad uno se encuentra con grafitis que alegran el panorama. Además, Hong Kong, con su historia colonial, tiene varios detalles que recuerdan a Inglaterra como por ejemplo el tranvía de dos pisos que sube y baja por Central y que por un par de céntimos te da un tour fenomenal por la ciudad.

Hong Kong es una ciudad muy moderna – el sistema de metro es muy bueno, los edificios muy nuevos y muy altos, la ciudad es muy densa. La gente no tiene tiempo para nada, todos tienen prisa y siempre miran el móvil. De hecho, nos subimos a una noria y durante todo el tiempo del trayecto, 20 minutos, las dos chicas que estaban en la misma cabina que nosotros levantaron la mirada ni una vez. Por suerte, toda esa movida tiene un contraste muy fuerte: los templos de la ciudad son lugares de repentina tranquilidad. Ahí, la gente viene a rezar, a disfrutar del silencio. Para nosotros, los sitios sagrados fueron un primer contacto con el mundo espiritual chino, tan desconocido hasta ahora que no sabíamos qué sentir.

Para disfrutar de la naturaleza, no hay que ir muy lejos. A cinco estaciones de metro está por ejemplo Lion’s Rock, una montaña para una buena caminata con aire fresco que ofrece una vista panorámica única – si el tiempo lo permite. Y me gustaría contaros tantas cosas más: como mola cruzar el canal en barco o como es subir en teleférico a una de las montañas para visitar el gran buda. O que es muy horrible escuchar los cantantes que cantan estilo karaoke en la calle cuando se pone de noche – cada cinco metros hay uno y todos cantan a la vez. O que las habitaciones de los hostales son diminutas, de unos ocho metros cuadrados. Pero como ya dije, Hong Kong es mucho de todo – es imposible contar todo. Así que aquí sigue una galería de fotos con algunas otras impersiones.

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