Lo mejor de Beijing
Después de un viaje de 6 horas en el tren llegamos a Beijing. Aquí hace aún más calor que en Xi’an y me doy directamente cuenta de que el cambio continuo entre calor y aire acondicionado no me sienta muy bien. Después del resfrío de Hangzhou un nuevo brote me impide salir de la cama. Aquí estamos entonces en la hermosa capital de China con todas sus cosas lindas que se pueden ver y visitar con una semana de tiempo y yo me la paso en cama. Leo sale para comprar sopa de noodles y tose en la farmacía para que le entiendan y le den medicina para mí. Después de unos días ya estoy mucho mejor.
Los dos puntos de interés que queremos ver son la ciudad prohibida y obviamente la Gran Muralla. No hemos visto mucho más, pero en mi opinión esto da para contar mucho.
Dormimos hasta un poco tarde, probablemente el mayor error para nuestra excursión a la ciudad prohibida. Nos bajamos del metro y la masa de gente va por un control de seguridad. Seguimos y llegamos al gran portal sur directamente en la enorme plaza de Tiananmen. Encima del portal está colgada una imagen de Mao. Su mausoleo está aquí cerca también en la plaza Tiananmen y tiene muchísima importancia para turistas sobre todo chinos.
Después hay que hacer cola, cosa que aprendes en China. De nuevo tenemos que pasar por un control de seguridad y ya estamos a dentro. Avanzamos poco a poco en el calor tremendo. La ciudad prohibida fue durante siglos la sede del emperador y de su familia. Aquí tuvieron lugar ceremonias, recepciones, fiestas de todo tipo, etc. El complejo se extiende por 72 hectáreas y hay más de 900 edificios y templos. Si quieres ver realmente todo, necesitas un día entero.
¡La belleza del palacia es fascinante! Las pintadas construcciones de madera, los techos típicos, los dragones y otras figuras, las enormes piedras de mármol y los objetos personales del emperador y de su familia, el jardín hermoso, todo esto es realmente increíble. El audio guía nos maneja de punto en punto y llegamos super sudados al portal del norte.
«Él que no sube a la Gran Muralla, no es un hombre verdadero», Mao ya lo ha dicho y esta cita se encuentra en varios puntos a lo largo de la muralla en signos chinos. Si es correcto o no lo que dice Mao se puede discutir ¡pero la muralla la tenemos que ver sí o sí! Es 21.000 kilómetros de larga, a veces salvaje y difícil de subir, a veces perfectamente restaurada y muy turística. Desde Beijing hay muchas agencias que te ofrecen tours a sitios de la muralla con menos gente. Nos lo pensamos mucho y al final, sobre todo porque todavía no estoy del todo lista para largas caminatas, nos decidimos de ir a Badaling. Todos los guías turísticos desconsejan ir a Badaling porque es el sitio más cercano a Beijing y es el lugar a donde van todos los turistas chinos. Pero es fácil y barato de ir y volver en bús público – lo más importante para nosotros por ahora.
Esta vez nos levantamos muy temprano y tomamos el primer metro y nos subimos al bús. Delante de nosotros hay una larga cola y estamos nerviosos por saber como va ser. A las ocho llegamos a la Gran Muralla y decidimos ir por la parte más accequible y fácil que no está tan llena (por la cita de Mao que está en la otra parte). Vamos cuesta arriba en escalones muy irregulares, hay una brisa, el clima está muy rico y las vistas son increíbles. Caminamos hasta la última torre de la parte restaurada (después sólo hay andamio y cámeras de seguridad) y de un momento a otro estámos solos en la muralla china. De repente es una experiencia totalmente diferente y disfrutamos de las vistas por la muralla que llega hasta el horizonte y olvidamos todo. ¡Simplemente hermoso! Definitivamente valió la pena levantarse a las 5 de la mañana.
Nos atrevimos un día a salir al barrio antiguo de Beijing, es la hora dorada y todo es un poco más lindo. A los chinos les encanta esta parte por su delicioso Street Food. Nos empujamos por los futongs (callejones) y llegamos a un lindo canal.
Con estas impresiones se está acabando nuestro mes en China. Atardece y el sol desaparece poco a poco. Comemos una última vez berenjena con arroz para despedirnos. ¡A China hay que volver!