La vida en Houay Sen
Tenemos muchas ganas de nuestros días lejos de los clásicos caminos turísticos y estamos ansiosos por saber lo que nos espera en los pueblos. Empacamos solamente lo más necesario en nuestras mochilas pequeñas y salimos de Muang Ngoy por la única carretera que hay. Los niños están saliendo de la escuela a la misma hora y van a su pueblo a casa, 1-2 horas caminando. El sol brilla ya con fuerza a esa hora del día y nuestra ropa está mojada de sudor al instante.
No tenemos ningún plan, no sabemos donde pasaremos la noche y seguimos a los niños que atraviesan los ríos que se cruzan con nuestro camino cada vez en cuando. Hay muchos grupos de mariposas por todas partes y en cada paso vuelan y te rodean. Las paredes verdes y rocosas le dan un contraste hermoso al paisaje.
De repente estamos en los arrozales y vamos por los pequeños caminos lodosos hasta llegar al pueblo de Ban Na. Nos sentamos en un pequeño restaurante con menú en inglés y comemos unos noodles no muy buenos – las vistas sin embargo son hermosas y descansamos con té de menta fresca. La proprietaria cuelga bufandas hechas a mano con etiquetas de precio. ¡Sin comentarios!
Decidimos caminar hasta Houay Sen, un pueblo pequeño que queda a una hora desde Ban Na. Ya hace mucho calor y en las calles de Ban Na no hay nadie. Aún así nos atrevemos y seguimos a los carteles pintados a mano, las carreteras sin asfaltar, cruzando ríos y arrozales.
Nos alojamos con Nunh y su familia que tiene una pequeña casa para huéspedes. Nunh habla inglés y nos explica que en Houay Sen viven 280 personas en 48 casas. Las casas están hechas con plantas secas tejadas y chapa ondulada. Mucha gente tiene paneles solares para tener luz también después del atardecer. No hay agua corriente, pero la gente usa unas fuentes públicas que están distribuidas por el pueblo. El váter es una letrina como en muchos países asiáticos.
Nadamos en el río y los niños nos siguen, nos miran pero son muy tímidos. Unos niños vienen y se portan raros. Nos piden lapices y dinero – no lo entendemos. Cenamos vegetales con arroz glutinoso en la terraza de Nunh y nos vamos a dormir temprano.
Al lado de nuestra casa está la primaria, la secundaria ya está en Muang Ngoy a 1,5 horas. La gente se ocupa de sus arrozales y sus huertos con vegetales, caza ardillas y pesca en el río. La vida aquí es simple. Mientras que los hombres se ocupan de los campos, de la caza y la pesca, las mujeres están en casa con los niños. Ellas cocinan y cuidan de sus hijos pequeños. Están sentadas en las puertas de sus casas con un bebé en el brazo. Si el niño tiene que hacer pipí lo hace desde el regazo de su madre a la calle. Todo es tan fácil.
Le acompañamos a Nunh al río a pescar y podemos ver como se sumerge entero en el río con su pequeño arpón manual con una goma elástica para matar a los peces al instante.
Su esposa depués nos invita a la cocina con suelo arcilloso y una simple hoguera para que podamos mirar como fríe el pescado. ¡Más fresco y biológico no se puede!
Observamos a señoras fabricando a bufandas en sus telares que tienen casi todas las casas de aquí. También aquí sacan a sus bufandas en el momento en que nos ven. La higiene corporal tiene lugar o en el río donde vemos a una abuelita desnudarse y cuidadosamente limpiarse todo el cuerpo o en una de las fuentes públicas.
Hay gallinas, patos, vacas y lechones por todas partes. También hay una gran cantidad de perros en Houay Sen. Nos sentimos como en otros tiempos cuando nuestros abuelos eran niños. Suponemos que fue similar en los pueblos europeos hace tiempo.
La experiencia que vivimos aquí es única y somos felices de conocer el Laos real con sus sabores (la comida laosiana es muy difícil de conseguir en las ciudades).
Laos es uno de los países más pobres y con un porcentaje de 20% hay una parte muy grande de gente que vive bajo el umbral de pobreza con menos de 1,50€ al día. Es por eso que queríamos ver la vida de la gente de aquí.
Sin embargo hemos decidido no volver a hacerlo. Nunh y su familia nos trataron muy bien, pero les pagamos bien por la comida, por lo tanto no es sorprendiente que sean amables. El resto del pueblo nos trata con recelo y nos es muy difícil ponernos en contacto con ellos y hasta los niños son muy reservados. Nos damos cuenta relativamente rápido de que no ha sido la mejor idea venir y pasar la noche aquí.
¿Qué pensarán de nosotros? Que somos unos blancos ricos que llegan a su pueblo para ver su vida modesta. Tampoco me sorprende demasiado que no nos dan la más amable bienvenida. Lo vemos todo crítico y pasamos un buen rato hablando como nos sentimos en Houay Sen. Dejamos al pueblo con los primeros rayos del sol del tercer día para tomar el próximo barco de vuelta a Nong Khiaw.
Nuestro plan original era subir aún más al norte del país dónde hay muchísimos pueblos de tribus laosianas, pero al final decidimos no hacerlo y volver a Muang Ngoy, desayunar ahí y con muchoooos otros turistas tomar el barco a Nong Khiaw.
Pienso que fue una experiencia valiosa y hemos evaluado para nosotros que estuvo bonito pero un poco demasiado. Supongo que podrán entendernos.