Hpa-An sonríe

Nuestra primera parada en Myanmar es la linda ciudad Hpa-An al lado del río Thanlyin. Está rodeada por montañas de piedra caliza y cerros verdes.

Nos buscamos un hostal simple para pasar dos noches aquí. El señor de la recepción es un lindo viejito que habla un inglés maravilloso. Nos explica con todo detalle y marcatextos en un mapa qué se puede hacer por la zona, qué cuevas se pueden ver y qué opciones de tours tenemos. No tuvimos el valor de interrumpirlo para decirle que no nos gustan las cuevas y que no estamos buscando los puntos de interés turístico.

En lugar de descubrir cuevas hacemos una corta caminata. Nos levantamos temprano y caminamos por la ciudad. Nos llama la atención que la gente en la calle – igual que el señor de nuestro hostal – es muy amable y nos saluda. Aunque no hablen inglés nos ayudan a encontrar el pequeño embarcadero de donde salen los barquitos que llevan a gente al otro lado del río. Con una señora que lleva vegetales bajo su brazo y un monje vestido de rojo oscuro vamos en el pequeño bote.

Hpa-An sonríe

Llegamos a un pueblito tranquilo donde no solo los niños sino también todos los adultos nos saludan con la mano y nos sonríen. ¡Eso me sorprende mucho! Es muy duro subir a la montaña notable de Hpan Pu con sus muchas pagodas doradas, porque ya a las 9 de la mañana hace un calor tremendo y sudamos tanto que no disfrutamos demasiado del camino. La vista, sin embargo, es hermosa. Se puede ver la ciudad y en el fondo se ve la montaña alta Zwegabin (hay viajeros que la suben, pero con este calor me parece una locura).

Hpa-An sonríe

Esperamos nuestro barco de vuelta en los arrozales donde mujeres burmesas trabajan duro bajo el sol brillante. La ducha fría en el hostal nos sienta muy bien. Después de un delicioso desayuno vamos a nuestro primer teahouse donde pedimos nuestro primer «Myanmar Tea». Es demasiado dulce pero disfrutamos del ambiente del lugar y de unas bonitas partidas de Escoba. Afuera hace un calor tremendo, así que volvemos al hostal y pasamos las horas más calientes del día pintando y programando.

Hpa-An sonríe

Nuestra hora favorita en Hpa-An empieza por ahí de las 4 cuando ya no hace tanto calor y la gente está en las calles. Niños salen de la mezquita, hombres juegan al fútbol parados en círculos y mujeres hacen compras.

Sobre todo en el mercado hay mucho rollo. A esa hora se prepara todo para el día siguiente. Llegan entregas grandes de repollo, mujeres regan los vegetales en sus puestos, de algún rincón suena música y muchos unen su voz y cantan. Después del atardecer Hpa-An se convierte en una ciudad muerta. Ya se pone difícil conseguir una cena, y eso que aquí atardece por ahí de las 6.

Andamos por este nuevo mundo que tiene tantos colores y es tan amable. Pasamos templos gigantes, tomamos cerveza de barril que se vende muy barato en el bar de al lado. Nos asombra el espíritu abierto de la gente que nos da la biendenida en su país, nos saluda y sonríe a la cámara. Hasta las mujeres nos miran abiertamente. Cada país es tan diferente y ya estamos ansiosos por saber lo que nos espera aquí.

Hpa-An sonríe

Siguiendo la recomendación de nuestro anfitrión cenamos en un restaurante pequeño. En la entrada hay muchas ollas y mujeres jóvenes nos enseñan que hay en ellas. Hay casi 10 opciones vegetarianas de las que escoger y que se sirven con vegetales, hierbas frescas y unas salsas. La comida de aquí me encanta.

Hpa-An sonríe
Tapas al estilo de Myanmar

La próxima parada es Mawlamyine a una hora en bús hacia el sur.

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