Meghalaya verde
Vía bus y con restraso vamos a Shillong, la Selva Negra de la India. Aquí ya hace más frío que en Guwahati y vamos a un pequeño restaurante cutre para comer unas deliciosas dosas. Preguntamos de dónde salen los minivans a Cherrapunji y acabamos en un aparcamiento donde en la segunda planta hay muchos 4x4s con espacio para siete personas aparte del conductor. Esto no sería la India si no estaríamos metidos en un vehículo siendo diez personas aparte del conductor.
El camino va por paisajes verdes y después de 1,5 horas estamos felices de desdoblar nuestras piernas. Nuestro hotel es muy pequeño y simple. Es un sitio familiar con baño en el jardín, obviamente sin agua caliente – pero para nosotros es suficiente.
Damos una vuelta por el pueblo y nos sorprende que la gente nos mira mucho. Se podría pensar que en esta región que atrae más y más turismo la gente estuviera más acostumbrada a turistas occidentales. Planeamos nuestros próximos días, nos escondemos bajo la gruesa manta y nos vamos a dormir muy temprano.
Después de un rico desayuno caminamos en dirección a Nongriat pasando por una de las cascadas más altas de la India. En esta zona hay miles de cascadas porque parece ser uno de los sitios donde más llueve en el mundo. Niños en uniforme escolar vienen de frente, taxis llenos nos pasan hasta que llegamos a las cascadas Nokalikai.
La cascada es realmente hermosa y casi no hay nadie en el mirador. Desde aquí nos guía el mapa que funciona sin conexión. Como siempre es una aventura encontrar el camino pero lo logramos después de caminar por la hierba. Nos preparamos para bajar hasta Nongriat, nuestro destino del día.
Rápidamente estamos en pleno bosque. El camino encantado se parece a un cauce y hay que concentrarse en cada paso al bajar. A nuestro alrededor escuchamos animales, vemos hongos raros y huele a flores. Mas o menos 1.000 metros de altura hay que superar, lo que nos cuesta.
Al escuchar el ruido del río nos emocionamos. ¡Estamos cerca!
Llegamos al primer puente de raíces y estamos impresionados. Los locales de Nongriat construyeron estos puentes vivos a lo largo de 250 años – un trabajo de varias generaciones. Sobre todo el puente de dos pisos nos gusta mucho.
La gente usa las raíces del árbol de goma y los troncos robustos del arból de la nuez de areca o bambú. El resultado es hermoso. Aquí no llega ningún coche, cada visitante, toda la comida, todos los materiales lo cargan humanos hasta aquí.
Por eso el aire aquí es tan limpio y después del atardecer no pasa mucho. En el pueblo hay unas casas de las familias locales y el resto son hoteles pequeños. Dormimos en el primer hotel, donde sirven una cena estilo bufet muy rica. En la mesa larga están sentados muchos turistas indios. Hay gente que viene aquí solo un día. Bajan aquí, visitan todo y vuelven subiendo las escaleras por la tarde. Nosotros disfrutamos mucho de que las piernas ya no tengan que llevarnos a ningún sitio y descansamos.
El próximo día ya nos vamos de vuelta temprano. Esta vez tomamos el camino que toma todo el mundo. Es más corto, pero son puras escaleras. Cuento los escalones pero la subida es más fácil y más rápida, porque son menos metros de altura que hay que superar. Al final pasamos por el puente de raíces más largo. La zona es realmente hermosa.
Al llegar arriba conocemos a un alemán y su amiga india que nos llevan de vuelta a Cherrapunji, ¡qué suerte! Así nos ahorramos el taxi y platicamos.
De vuelta en Cherrapunji comemos un thali con las manos y decidimos irnos ya hoy de vuelta a Guwahati. Por suerte Partha nos confirma que nuestra habitación está disponible.