El edificio más hermoso del mundo
Estamos sentados en el suelo de piedra de la estación y esperamos la salida de nuestro tren a Agra… Esperamos y esperamos… ¡en total seis horas! El tren entra en la estación y básicamente nos metemos directamente en la cama. Durante el trayecto a Agra recogemos otras tres horas más de retraso, ya son nueve en total, así que en vez de llegar a las 6 de la mañana llegamos a las 3 de la tarde. Normalmente eso nos da igual, ¡pero hoy no!
Habíamos decidido pasar solo un día en Agra (ni siquiera una noche), porque las atracciones de Agra se pueden visitar fácilmente en un par de horas y la ciudad es famosa por no tener nada de encanto exceptuando el Taj Mahal y la fortaleza.
Ahora tenemos un problemita: Hay que darse mucha prisa para tener tiempo de visitar el edificio más bonito del mundo, la fortaleza nos la saltamos por no tener tiempo. Nos metemos en un taxi, corremos hacia la entrada y de ahí ya caminamos más tranquilamente hacia la el gran portal. Llegamos poco antes del atardecer y la luz del sol tiene ese brillo dorado. Hay mucha gente, pero después del primer vistazo ya intuimos que todo valió la pena: el Taj Mahal es una auténtica maravilla.
El momento de emoción me arranca una lágrima, ¡no puedo creer que hayamos llegado hasta aquí! Estamos en la India y pronto iremos a casa, durante solo un momento comprendo todo eso.
El edificio parece estar suspendido en el aire y es de una simetría perfecta, simplemente hermoso y te magnetiza. Aunque esté lleno de gente, el lugar da una sensación de paz y cada vez que le das la espalda al Taj Mahal, te asombras de nuevo al volver a echar un vistazo. ¡Es muy fuerte!
Vemos como se pone el sol (a propósito: ese es el momento cuando cierran la taquilla) y ya solo nos queda una cosa por hacer: cenar. El Taj Mahal, sin embargo, se queda dando vueltas por nuestras cabezas.