Antigua y sus volcanes

Nuestro siguiente destino es la ciudad Antigua Guatemala. El viaje comienza de manera espectacular, vamos en barco a Río Dulce para coger un autobús a Antigua desde ahí. Río Dulce como ciudad tiene poco – para no decir nada – de encanto y no nos sentimos demasiado seguros ahí, pero sí vale la pena el trayecto por el homónimo río.

El resto del trayecto, sin embargo, es menos agradable, aunque el autobús sea bastante más cómodo que en Belice. Llegamos agotados a Antigua y solamente nos quedan fuerzas para ir a cenar.

Al despertarnos, por fin tenemos fuerzas para explorar esta increíble ciudad. Como solo tiene 35.000 habitantes, es buen sitio para explorarlo caminando. Al fondo de las calles con edificios coloniales se alza el Volcán de Agua y le da un toque muy especial a este sitio.

Antigua y sus volcanes
Volcán de Agua

Damos una vuelta por el mercado para comprar fruta y verduras, disfrutamos del caos y los millares de gente que nos empujan siempre más a dentro hasta que pensamos que nos hemos perdido. Se vende todo tipo de cosas, no solo alimentos. Por ejemplo uno puede comprar flores, ropa o electrodomésticos.

Pero también toca pasear por la ciudad, disfrutar del ambiente agradable. Hay gente por todas partes, algunos vendedores ambulantes venden Chocobananos por 1 Quetazlito, pero no llegamos a comerlos. Antigua es una ciudad viva, llena de risas y colores, con miles de sitios donde pararse para tomar un café o una Coca Cola, disfrutar de la sombra, o hablar con la gente.

Cuando nos ponemos a jugar Escoba en uno de los parques, se nos acercan de repente muchos niños (la mayoría de ellos venden cositas para turistas) y quieren mirar, aprender y jugar con nosotros. Están tan fascinados con las cartas que llegamos a pensar que nunca han visto un juego de cartas. Una madre le grita a su hijo “¡Deja de jugar eso!”, a lo que él contesta: “No es ese tipo de juego”. No llegamos a saber qué es ese tipo de juego, pero estamos contentos de que la Escoba no caiga en esa categoría. Acabamos enseñándoles una versión de Escoba rudimentaria a seis o siete niños antes de que nos dejan ir a comer.

Para el último día en Guatemala nos quedan dos cosas por hacer. Primero, subimos al Cerro de la Cruz. Aún es relativamente temprano, pero el sol ya calienta sin piedad a todo turista. El ascenso cuesta, pero no demasiado como averiguaremos más adelante. Desde el cerro, se tiene unas estupendas vistas a la ciudad. El Volcán de Agua parece más impresionante aún y agradecemos mucho que ya no esté activo.

Antigua y sus volcanes
Vistas a Antigua desde el Cerro de la Cruz

Por la tarde, nos subimos al Volcán de Pacaya. El ascenso es de solamente hora y media, pero cuesta mucho más. Una niebla muy densa no nos deja ver más allá de 50 metros. Todos quedamos un poco decepcionados y nos va faltando un poco el aire. De vez en cuando, nuestro guía se para y explica lo que podríamos ver si no hubiera niebla. En el fondo, se puede escuchar un río de lava y el crujido de piedras quebrantándose.

Al pasar el Lava Store – aún no sabemos qué es exactamente, pero no venden lava – llegamos al fin del ascenso. Al pasar 20 minutos, la niebla se va completamente y nos damos cuenta de dos cosas. Estamos por encima de las nuves y hay un volcán justo delante de nosotros.

Es verdaderamente impresionante. Un pequeño río de lava sale del volcán y a veces se caen hasta trozos de lava. El atardecer desde aquí arriba es una experiencia única.

Leave a Comment