Quito – tranquilidad a 2.850m de altura

Después del largo viaje y el ir y venir llegamos a Quito donde quedamos con Jois y su marido Juan David. Hace diez años, Jois pasó su intercambio en Alemania, vivió tres meses con la familia de Jana y ahora ya hace mucho que no se vieron. Ella vive en un barrio moderno y europeo en un rascacielos y de golpe nos sentimos como en casa. Ambos son muy hospitalarios, para Jana compraron agua con gas y pan integral además de cosas para picar típicas de Ecuador para darnos la bienvenida. Nos sentimos tan agustos que al final nos quedamos casi dos semanas y media con los dos y nos damos cuenta muy rápido de cuánta falta nos hacía descanasr un poco. Durante los meses pasados, no estuvimos en ningún lugar más tiempo que una semana y casi siempre solamente un par de días. ¡Pero con Jois y Juan David encontramos repuesto para familia y amigos! Siempre hay algo que hacer y conocemos la familia y los amigos de ambos. Mientras que ellos están trabajando, nosotros descubrimos diferentes partes de la ciudad, visitamos el parque y salimos con la perrita Maia, cocinamos o vamos a comer – es decir, descansamos.

¡Quito nos encanta! El casco viejo con las muchas, muchas iglesias y zonas peatonales es precioso. Los edificios coloniales, las plazas y los parques, los mercados y puestos de calles, los dulces que puedes oler en cada esquina y todo el ambiente general nos dejan asombrados. Cogemos el turibús de dos pisos y pasamos el día explorando la ciudad. Visitamos un museo, la vieja casa de una mecenas quiteña con la primera ducha de agua caliente y la primera nevera de la ciudad y hacemos un tour muy interesante explicándonos la historia de la ciudad. Exploramos el cerro al sur del casco viejo, llamado panecillo porque desde arriba se parece a una hogaza de pan pequeña. Antes, la ciudad solo llegaba hasta aquí, pero hoy en día se extiende un aluvión de casas más allá del panecillo, ajustándose a las montañas que rodean la ciudad.

El fin de semana subimos con el teleférico un par de metros más arriba a un mirador en donde nos quedamos sin aire al subir solamente unos dos o tres escalones – claro, estamos a 4000 metros de altura. En América Latina, el mal de altura se llama soroche y justo eso nos está pasando. Haciendo solo un esfuerzo mínimo nos quedamos sin aliento ni fuerzas. Desde arriba, Quito se asemeja a una salchicha muy larga y uno distingue claramente la frontera entre ciudad nueva y casco viejo. Jana se sube a un columpio por encima de la capital de Ecuador – ella dice que es una sentimiento fenomenal.

Quito - tranquilidad a 2.850m de altura

También visitamos la mitad del mundo y el ecuador en 00° 00′ 00». Ahí se ubica un museo extraño, curioso y colorido en el que se pueden realizar experimentos y balancear en el ecuador. El tiempo es fenomenal y sudamos mucho. El mismo día, nos subimos a un mirador en el reservado de Pululahua. Ahí hace muchísimo frío y hay una niebla tan densa que no podemos ver nada.

Vamos al cine con Jois, vemos series (la casa de papel – muy recomendada) y por fin llegamos de verdad a un sitio. El fin de semana, Jana se va a bailar con Jois y su familia en el 68.º cumpleaños del tío de Jois que vive en una casa gigante. La tía Aure y el tío Alfredo nos llevan a un tour privado por la ciudad y siempre nos traen algunas cositas como fruta o pan integral. Los padres y la abuela de Jois también vienen – los volveremos a ver más tarde en Riobamba – y pasamos un fin de semana genial juntos. Todos nos acogen muy bien y la despedida se nos hace difícil.

Estamos agradecidos por este tiempo descansado durante el que entró algo de tranquilidad con paseos, trabajo, cine y espaguetis de pesto.

¡Ya estamos preparados para la siguiente aventura!

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