No hacer nada en Piura

Nos despertamos tarde ya que después del viaje largo nos hace mucha falta. Nuestros anfitriones de AirBnB nos preparan un desayuno y hablamos con ellos largo rato sobre Perú, Alemania y España. Por la tarde salimos a explorar un poco la ciudad. El calor es intolerable y el centro no nos gusta mucho, así que nos concentramos en las tareas principales: comprar una tarjeta SIM, comer y sobrevivir.

La compra de una tarjeta SIM es más complicado de lo que habíamos pensado. Primero nos toca ir al puesto de Claro (la operadora) donde hay que registrarse con dirección, nombre y número de pasaporte. La chica que nos atiende nos garrapatea el paquete que eligimos en un papelito con el cual nos toca preparar el pago con otra empleada. Otra vez registrarse (antes nos registramos con Claro, ahora nos registramos con la tienda) con nombre, dirección y número de pasaporte. Este proceso nos revela que la empleada también se apellida Ordóñez – seguro que es gallega. Como en Perú no se permiten letras en el número de pasaporte, omito las letras y todo funciona bien. La Sra. Ordóñez nos da un ticket con el cual tenemos que dirigirnos hasta la caja para pagar. Todo ese proceso tarda unos 30-45 minutos y mientras que nosotros hacemos trámites me roban mis gafas de sol que dejé en el mostrador del puesto de Claro. ¡Me gustaban mucho! Después de haber pagado en la caja, nos dan un ticket de confirmación de pago con el cual podemos recoger la tarjeta SIM – ¡por fin!

La vendedora de Claro nos dijo que un vendedor ambulante de gafas de sol cogió mis gafas y ella pensaba que era suya. Así que durante nuestro siguiente paseo buscamos vendedores de gafas de sol para ver si encontramos la mía – pero no hay suerte. Hechos polvo de tanto calor decidimos buscar un restaurante y acabamos en un sitio muy típico donde solo venden carne y pescado. Camino ahí, encuentro mis gafas. Un vendedor directamente me las ofrece y al principio quedo estupefacto ante tanta estupidez. No esperó ni 30 minutos antes de intentar venderlas en vez de esperar dos o tres días. Nos cuenta que las salvó porque estaban tiradas en la basura y me pide dinero por habérmelas guardado pero está claro que no le doy nada.

Después de comer decidimos ir al cine ya que no hay otra cosa que hacer. Como al salir del cine todavía hace mucho calor y no hay nada que hacer, vamos otra vez al cine. Y así se acaba el día. Ya es de noche y tenemos que ir a por nuestras mochilas para pillar un autobús nocturno a Trujillo. Las temperaturas bajaron y de repente hay movida en las calles, pero no tenemos suficiente tiempo para disfrutar del ambiente repentinamente cambiado.

Leave a Comment