Calor desértico
Después de un viaje corto en autobús llegamos a Ica, una ciudad desértica con, eso lo notamos muy pronto, un calor también desértico. Rápidamentenos nos refugiamos en un tuk-tuk y vemos pasar el paisaje urbano de Ica muy poco pintoresco pero sí lleno de tuk-tuks. Al llegar al hostal nos entregan las llaves de la habitación familiar que habíamos reservado ayer – ¡10 camas para nosotros solos!
Tiempo para descansar no hay, nos dirigimos directamente a Huacachina, un oasis cerca de Ica y uno de los atractivos turísticos principales. El oasis solo es bonito en fotos o desde lejos y mucho más recomendado es la excursión en buggy arenero por el desierto. Aunque muy turístico, nos encanta porque se parece mucho a ir en montaña rusa. A continuación podemos disfrutar del atardecer sentados en una duna. Mires donde mires, el desierto se extiende hasta más allá del horizonte. Es un paisaje verdaderamente especial.
De vuelta en el hostal disfrutamos de un pisco sour un poco demasiado cargado y no somos capaces de acabarlo. Al siguiente día sigue todo con una excursión a Paracas, una ciudad en la costa conocida sobre todo por un destino: las islas Ballestas, también conocidas como las pequeñas Galápagos.
Nosotros no fuimos a las islas Galápagos pero me imagino que serán algo del otro mundo porque las pequeñas Galápagos nos ecantaron. En las islas, hay una fauna espectacular con una colonia de pingüinos y varios refugios para lobos marinos. El recorrido turístico solo incluye el tour en barco porque las islas son una reserva nacional. De todos modos, disfrutamos muchísimo y quedamos boquiabiertos ante la cantidad de aves y lobos marinos que habitan en esas islas mientras que el sol nos quema los brazos .
Al volver a tierra firme estamos a pocos minutos de descubrir que el asombro está aún por crecer. En minivan vamos a la Reserva nacional de Paracas, un área protegida al sur de la ciudad que cuenta con unos paisajes fuera de lo común. Se trata de un desierto rocoso pegadito al mar. En el suelo hay una variedad de minerales de los cuales dos destacan: sal y hierro. El hierro se oxida y le da un color rojizo al suelo como se puede ver muy bien en la Playa Roja y la sal cubre el paisaje con manchas blancas. La combinación crea unas vistas espectaculares y uno tiene la sensación de estar en Marte. Todo eso es tan especial que casi se me olvida mencionar nuestra última parada. Vamos a la playa para descansar antes de adentrarnos de nuevo en el desierto y volver a Ica.