Arequipa: la ciudad blanca

Al llegar a Arequipa estamos muy felices de nuestra elección de hostal.Vivimos a ni cien metros de la plaza de armas, hay una cocina muy grande y muy bien equipada, mucho espacio para sentarse y una terraza – de inmediato nos sentimos en casa.

Hacemos un tour por el centro histórico de Arequipa, llamada la ciudad blanca. Antiguamente el nombre vino de la gran cantidad de españoles – o sea blancos – en Arequipa. Hoy en día la connotación viene de los muchos edificios de piedra blanca volcánica ya que hay tres volcanes grandes alrededor de la ciudad – desafortunadamente nunca los vemos – hay demasiadas nubes 🙁 El tour es muy interesante, deambulamos por los parques y las plazas hermosas disfrutando del clima humilde aquí. Nos gustan mucho los patios y el mercado enorme donde puedes comprar de todo: sombreros, tés, jugos, fruta, vegetales y los miles tipos de patata que hay por aquí. Aquí se come muy barato, pero preferimos cocinar en el hostal y solo probar unos jugos sanos, que saben muy raros pero interesantes.

Los días son bastantes relajados, jugamos a las cartas, platicamos con los franceses en nuestro hostal, cocinamos comida deliciosa y fresca, tomamos nuestro primer vino decente en meses y por coincidencia llegamos a ver un concierto de rock en vivo (si pasas tanto tiempo viajando en las noches estás cansadísimo, así que es algo nuevo para nosotros).

Visitamos una fábrica en la que se producen textiles de lana de llamas, alpacas y vicuñas. El guía nos explica los diferentes tipos de lana, que varían en el precio. La lana de vicuña es la más cara seguido por la del alpaca bebe, los alpacas mayores y las llamas. Alpacas y llamas son mascotas en Perú y ya están domesticados – también tienen a sus animales en la misma fábrica. Las vicuñas al contrario viven en áreas protegidas, por ejemplo en el parque nacional cerca de Arequipa. Su lana sólo puede ser esquilada por las comunidades indígenas de esas zonas, garantizándoles unos ingresos estables al vender la lana más fina del mundo a las fábricas.

En Ecuador ya hemos visto a vicuñas en el Chimborazo, también de muy cerca, pero no pudimos apreciarlo, ahora estamos mejor informados 🙂

Aquí también vivimos una aventura culinaria cuando vamos a una picantería. Uno de los restaurantes típicos en los que los españoles a los indígenas tomaron su chicha (la bebida de maíz fermentado). Aquí podemos encontrar todas las delicias típicas arequipeñas. El tiempo es muy bonito y nos sentamos afuera en una de las mesas largas en donde ya están sentados muchos grupos de señores tomando sus cervezas. Como no entendemos muy bien el menú pedimos a un señor ayudarnos con los trucos. Él nos explica todo lo que se necesita saber para pasárselo genial y comer rico en una picantería.

Nos traen un plato con patatas, tomates y un trozo de chile. El señor nos explica que es una entrada de cortesía. Hay que picar la papa y también el tomate para hacer un puré – ¡nos encanta!

Pedimos unas havas muy gordas y verdes que ya conocemos del Ecuador (a Jois le encantan estas havas). Después hay para mí una tarta de patatas y Leo va con todo y se pide ubre de vaca rebozado – la carne es muy fina y le sabe a leche – todo es delicioso. Lo acompañamos con la chicha hecha a base de un mais morado y nos sorprende cuanto pueden comer los arequipeños. Los precios son muy buenos y se cocina con leña en una cocina abierta. Rodamos del lugar con nuestro tupper con los restos. De postre Leo se pide un “queso helado”, que sólo se parece a queso y sabe a vainilla y canela.

Así deambulamos por el barrio de Yanahuara con sus pequeñas casas hechas de la piedra blanca volcánica.

Arequipa nos gusta mucho. Por las noches hay mucha gente por la calle y el ambiente es muy bueno. La enorme catedral es preciosa, sobre todo de noche (búsquenla en Google, no tomamos fotos de la plaza mayor porque salimos mucho sin camera). Descansamos un poco antes de salir a nuestra próxima aventura. Iremos al Cañon del Colca por dos días.

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