Un salto en el tiempo a Salta

¡Lo logramos! Nos despertamos después de un viaje nocturno a Villazón (la ciudad fronteriza con Argentina) que acaba a las 2 de la mañana en medio de la nada al lado de una autopista, donde nos dejan dormir en el bus hasta que abran la frontera. Caminamos al lado de la ruta hasta que un taxista nos recoge para llevarnos a la frontera. Cambiamos nuestros últimos bolivianos por pesos argentinos, nos dan nuestro octavo sello y cruzamos la frontera sin problema. En la Quica (para los argentinos el símbolo de “muy lejos”) nos damos cuenta de un cambio que no sé describir muy bien. Se podría suponer que todavía hay influencias bolivianas, pero ya se siente que estamos en Argentina.

Aquí no nos quedamos mucho tiempo porque nos subimos al próximo bus que nos lleva a Salta: Otras 7 horas de trayecto…Por suerte pasamos por el hermoso norte argentino con sus paisajes y pueblos preciosos que podemos “descubrir” al menos desde el bus.

Montañas de colores, paisajes verdes, los primeros cactús – ¡estámos en un nuevo mundo!

Llegamos a Salta en plena lluvia y de inmediato nos topamos con André, el brasiliano que hizo el tour con nosotros en Uyuni pero que llegó aquí desde Chile. Juntos buscamos un hostal y en la noche Leo cena su primer bistec argentino. Cuando damos los primeros pasos por la ciudad que es tan limpia, su bonito parque, sus plazas e iglesias…¡Nos sentimos como en Europa! Se siente como un salto en el tiempo y queda claro que Salta nos encanta al instante.

Aquí pasamos tres días muy relajados incluyendo al Domingo de Ramos, por el que se venden hojas de palmeras en las calles. La catedral está tan llena que la voz del cura se oye en toda la plaza para que todo el mundo pueda participar en la misa. Aparte de eso, Salta es una ciudad muerta los domingos, igual como durante la siesta que también se respeta aquí como en España. Hay que acostumbrarse a eso – en los demás países todo estuvo abierto los siete días de la semana.

aquí nos relajamos después del ritmo fuerte de Bolivia antes de que nuestro viaje nos lleva a Cafayate, una ciudad en el sur de Salta, donde tendremos que despedirnos de las chicas españolas.

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