El merkato

¿Os podéis imaginar como es estar en el mercado al aire libre más grande de África?

Nosotros tampoco. ¡Hay que ir! Nos metemos en el tranvía que los chinos construyeron aquí. Es casi gratis y siempre está tan lleno que no está aconsejado tener miedo de contacto físico. Llegamos al Merkato, el nombre es un vestigio de los 10 años como colonia italiana – a parte de eso, Etiopía es uno de los países más «originales» de África como casi nunca fue ocupado.

El mercado se extiende sobre la ciudad como un barrio y realmente hay todo que uno pueda imaginarse. Sacmos la cámara que sorprendentemente es un rompehielos fenomenal (a parte de nuestra piel blanca). De todas direcciones nos llegan saludos «furanji, furanji» (que significa «extranjero» en amhárico pero no de manera negativa) y tenemos que sacarles fotos a muchos extraños – así coleccionamos una serie de fotos muy especial. Observan la cámara y la pantalla para poder ver la foto y se despiden – así son las cosas como turista en Addis. Todo es demasiado caos, demasiadas persona, pero claro, es sábado.

El merkato

Hay sitios en donde la gente se lava los pies para rezar o entrar en la mezquita, hay calles donde se puede comprar todo para ser un buen musulmán. En otras, se venden colchones y en alguna paralela, mujeres venden una masa blanca que se obtiene de las raízes de alguna planta y se usa en la cocina. Vemos barrios completos dedicados al reciclaje de metal o plástico, vemos las típicas jarras de café y también a un cordelero produciendo cuerdas. También hay un callejón donde se vende todo – literalmente todo. Móviles viejos, cables, ropa, cubiertos o platos – las cosas random que uno encuentra por ahí, todas esparcidas sobre manteles.

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Dentro de los edificios están almacenes o «centros comerciales» donde uno puede comparar por ejemplo ropa típica: bufandas y paños con los símbolos de las etnias diferentes. Ante las tiendas, uno puede observar a los trabajadores bordando los ornamentos típicos. Y tambíen hay zapatos…

El merkato

Quedamos boquiabiertos ante tanta locura. Las fotos quizá sean capaces de transmitir un poco las impresiones de lo que vimos y vivimos ahí – añadid miles de olores y el ruido de miles de personas y motos y coches a vuestra imaginación y obtendréis más o menos algo parecido. ¡La visita valió la pena!

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