Los arrozales de Longsheng

Cerca de Guilin está una de las principales atracciones naturales de China: Los arrozales de Longsheng. Para decir la verdad, cuando hicimos el plan de viaje (el cual obligatorio para obtener el visado de China), me daba pereza – yo no quería ir a ver los arrozales. Tres horas en algún bus chino y luego arreglárselas para coger un bus de vuelta me parecían mucho trabajo para unas terrazas de arroz. Sin embargo, Jana tenía tantas ganas que tuve que ceder – no solo visitaríamos los arrozales, además pasaríamos una noche ahí.

Pues aquí estamos. En el hotel, nos reservaron un bus que casi perdemos. La estación de buses es un hotel y ese hotel no estaba marcado correctamente en el mapa, cosa que en China pasa a menudo como ya aprenderemos más adelante. Andábamos perdidos y preguntamos en un restaurante por el camino (teníamos el nombre del hotel en chino). La camarera intentó, sin éxito, explicarnos dónde queda exactamente la estación de buses, pero como no entendemos chino, no fue capaz. Al final, se rindió y nos acompañó ella misma ahí. Ya solo faltaban unas cuantas horas con un conductor loco y, milagrosamente vivos, llegamos al pueblo Dazhai.

Pues aquí estamos. Comenzamos una caminata de una hora por los arrozales para llegar al hotel. Ya en el camino tengo que admitir que fue buena idea venir aquí. El tiempo es muy bueno (afortunadamente, porque estamos en época de lluvia) y damos una vuelta extra para disfrutar del atardecer. Los dos estamos muy contentos con haber venido. El hotel está justo al lado de los arrozales, las vistas desde nuestra habitación son hermosas y podemos desconectar del jaleo de la ciudad.

Los arrozales de Longsheng

Sin embargo, la experiencia verdaderamente especial es el amanecer del siguiente día. Otra vez tenemos una suerte tremenda con el tiempo. Después de varios días de lluvia, amanece con el cielo despejado. Aunque tuvimos que levantarnos a las cinco de la mañana, vale la pena. Cuando el sol sale por detrás de las montañas, el agua estancada en las terrazas de arrozales refleja la luz y crea un espectáculo único. Nos acompaña un puñazo de turistas chinos, todos con sus cámaras o drones, igual que en cualquier sitio turístico europeo, pero también hay muchos rincones desde los cuales se puede disfrutar a solas.

 

 

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