Zhangjiajie: más cerca del cielo
Tuve muchas ganas de conocer el parque nacional de Zhangjiajie (¿Cómo se pronuncia eso?). Aquí no sólo se inspiró la película de Avatar, sino también se rodó aquí. Me imagino montañas como dedos que parecen romperse en cualquier momento, todo muy surreal y con neblina.
¡Lo que pudimos ver aquí superó todo lo que era capaz de imaginarme! Habíamos decidido quedarnos en un hotel al lado de la entrada del parque nacional. Después de nuestra primera experiencia en un tren más lento con 6 camas por compartimento, donde los chinos se amontonan, comen con ruido sus fideos instantáneos, pero hay un ambiente super relajado, buscamos el bus que nos lleva cerca del parque. De ahí, nos recoge un conductor del hotel. La proprietaria habla muy bien inglés, pero está bastante ocupada con ayudar a todos los huéspedes. Como hay tantas cosas que hacer, también le pedimos ayuda. Por aquí no sólo está el parque nacional con las montañas de avatar, sino también el puente de vidrio más alto y largo del mundo y otro parque con el funicular más largo del mundo.
Como pueden ver, esta región tiene muchos superlativos y uno podría pasar una semana aquí sin aburrirse – obviamente si tiene el dinero para hacerlo. Decidimos sólo ver las montañas, pasar dos días en el parque nacional y no ver el súper-funicular, ni el súper-puente. Carol nos recomienda rutas para dos días y compramos los boletos que son válidos para 4 días. Dentro del parque hay un transporte de buses gratis que te lleva a los miradores y estaciones de funiculares – muy práctico porque el parque realmente es enorme.
Para ahorrar el dinero para el funicular, nos proponemos una caminata larga el primer día (10€ por persona – ¡lo que se puede comer con este dinero!). Al inicio nos encontramos con dos chinos, hija y padre, que quieren ir por un camino similar y tampoco saben muy bien por donde ir. Ellos pueden preguntar a la gente local y tienen un muy buen mapa en el celular. Nos comunicamos con pies y manos con la aplicación de traducciones del teléfono y con un poco de inglés. Aunque al final vamos por un camino más largo que planeado, estamos muy felices. Disfrutamos mucho con los dos y nos impresiona como el señor de 72 años sube por las muchas escaleras hasta llegar a la cumbre. Los 4 sudamos mucho, hace un calor tremendo.
¡En el camino pasamos varios miradores y estamos muy solos! Hemos oído de los grandes grupos de turistas chinos que se encuentran ahí – ¡así que esto es aún más maravilloso! Tenemos unas vistas despejadas por las hermosas montañas. Es un sentimiento increíble de estar ahí después de haberse subido 600 metros de altura y nunca haber visto algo así.
¡Para mí, el paisaje y la naturaleza de aquí son lo más espectacular que he visto en mi vida!
Al acercarnos a las estaciones de funicular y buses, los caminos se llenan más y más de gente. Hay que pasar por muchas personas que te observan, en escalerillas de metal sobre precipicios increíbles. Mientras tanto charlamos con nuestros nuevos conocidos que nos invitan a un refresco. Es un tipo de gelatina pero sin gelatina que se prepara con una fruta de las montañas y se sirve con azúcar moreno – nos da energía y líquido y sabe bastante bien. Luego tambíen compramos pepino que se vende entero y pelado.
Seguimos para llegar a las montañas de Avatar y los miradores más icónicos del parque. Aunque aquí haya aún más gente, estamos muy felices y nos da igual. Uno se puede imaginar los na’vi como vuelan por las montañas con sus dragones – aquí parece ser muy real – un escenario simplemente impresionante al que ni me puedo acostumbrar, ni me harta. Al ver las fotos hoy, no puedo creer que realmente estuvimos ahí.
Nos despedimos de los chinos – el papá está muy cansado (¡impresionante cuánto aguantó!) y tomamos el camino de vuelta. Conocemos a un grupo de occidentales que viene de Estados Unidos, Argentina y Nueva Zelanda – todos son muy amables e interesantes – por lo tanto se nos olvida el tiempo y la lluvia que empieza a caer.
El próximo día está marcado por nubes y pies cansados. Después de tantos metros de altura del día anterior estámos evidentemente cansados y sufrimos un poco. Decidimos tomar un camino que va bajando por muchísimas escaleras y toda la gente que viene subiendo nos da mucha lástima. No nos vemos capaces de subir caminando por lo que hoy sí tomamos el funicular. Las vistas desde la góndula son hermosas y valió mucho la pena. Pasando por Mc Donald’s (los chinos lo aman y parece que también lo necesitan dentro del parque nacional) vamos en dirección al hotel (bajando de nuevo, obviamente).
Al final les comparto nuestra vista a la montaña hallelujah en versión vertical – ¿es absurdo, no?
Durante los días aquí comemos fideos instantáneos porque la comida en el hotel es desvergonzadamente cara. ¡Sorprendentemente, sabe bastante bien!
Desde aquí, iremos a conocer a Fenghuang que parece ser la ciudad pequeña más bonita del país para pasar unos días ahí. Necesitaré el tiempo para procesar las impresiones de esta maravilla del mundo.