Fenghuang tradicional

Según la leyenda, la pequeña ciudad de Fenghuang se llama así porque dos fénix volaron por encima del asentamiento y se quedaron fascinados por su belleza. Por eso decidieron quedarse y anidar aquí. Así es que la ciudad de “tan sólo” 360.000 habitantes se llama como estos pájaros místicos y hermosos. Es una de las ciudades mas bonitas de China y atrae a muchos turistas sobre todo chinos.

El río Tu Jiang serpentea por las casas construídas en zancos sobre el agua – aquí las mujeres lavan la ropa, los hombres pescan y se ven barquitos de madera que suben y bajan el río llevando a turistas por el hermoso escenario. Aquí encontramos un hotel barato de unos proprietarios muy lindos y nos sorprende la belleza y la historia del lugar. La mejor manera de hacer turismo aquí: ¡Dejáte llevar! Pero por favor no a los bares directamente al lado del río donde tienes que pagar 5€ para una Coca-Cola en lugar de los 65 centavos que te pide la viejita de la esquina.

Fenghuang tradicional
Como un acertijo visual

Aquí se puede apreciar el turismo chino en su forma mas pura. Desde las muchas discotecas se escucha música electrónica muy alta, en los bares cantan artistas en vivo. Nos sorprende – ¡esto es un poco como Mallorca!
Durante el día las mujeres se dejan trenzar el pelo con cordones de colores y casi todas llevan coronas de flores. Para la foto perfecta, las chinas también se ponen vestimiento tradicional con joyas grandes de plata en cabeza y cuello.

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Nos encanta el ambiente de las esquinas más tranquilas, donde se puede sentir la China tradicional que tanto contrasta con la modernización que hemos visto ya en las grandes ciudades. Nos encantan los puentes, las pasarelas y zancos, los barcos y las hermosas casas con sus balcones y frontones, las torrecitas. Aquí sacamos unas fotos muy lindas que me gustan mucho.

Acerca de la comida sólo comento una cosa: Aquí vemos muchas cosas muy raras. Probamos el típico tofú apestoso, que realmente huele muy mal y tampoco sabe tan rico. Delante de los restaurantes vemos jaulas con pollos, gallos y ratas, acuarios con peces y marisco – así un paquete de sorpresa está garantizado. La comida típica de la región es el pato en una salsa de sangre. Leo se atreve a probarlo y mira: ¡le gustó mucho! 🙂

Caminamos mucho por las calles – así también descubrimos la “calle de compras” subterránea que transmite un poco lo moderno. Ahí se puede comprar ropa y por suerte se come muy rico y barato. Por la tarde tomamos un té en una pequeña tienda que descubrimos. Cada vez que entramos, las vendedoras empiezan a reírse con vergüenza. No parecen estar muy orgullosas de su inglés y pedir algo cada vez es un poco difícil.

Cinco días enteros nos tomamos para absorber Fenghuang y su idilio. ¡Sobre todo por las noches me fascinan las vistas!

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