Shanghái: Muy diferente de lo que nos esperábamos

Shanghái, nos contaron en Hong Kong, es como Hong Kong. Muchos rascacielos, muchos occidentales y mucho dinero. Como Hong Kong nos encantó, tenemos ciertas esperanzas, pero al final resulta que Shanghái es completamente diferente – ¡aún así nos encanta!

Nuestro hostal está situado a pocos metros de una de las calles principales de la ciudad, una de esas calles que solo puedes cruzar por un puente peatonal porque una valla en el medio te impide atravesarla. Sin embargo, a unos pasos del tráfico, de los edificios modernos y una ciudad que parece muy nueva de repente te encuentras en un laberinto de callejones con muchos chinos y muchas motos, comida barata, ruido y ropa colgando de cables para secar. Esto es casi nuestra primera experiencia de la ciudad que nos esperábamos tan moderna e internacional como Hong Kong – un sorprendimiento agradable y unas ganas de explorar, de probar y de conocer se apoderan de nosotros. Aunque el área de ese barrio un poco loco no es muy grande, transmite una sensación de la verdadera China, por decirlo de alguna manera. Por esta zona no se pierde ningún turista y por lo tanto podemos observar a la gente sumergida en su vida cotidiana.

Claro que también visitamos la parte moderna, más turística de Shanghai, donde nos perdemos entre rascacielos y avenidas enormes. Aquí no hay tanta vida como en el barrio loco, pero está la Torre de Shanghái, la segunda torre más alta del mundo con la plataforma de observación más alta del mundo. ¡Eso no queremos perdérnoslo! Al final resulta que las vistas no son tan impactantes como uno espera y tampoco se nota tanto la altura. Creo que faltan otros rascaielos para tener una referencia – simplemente, todo parece muy pequeño.

El barrio antiguo de Shanghái queda cerca de nuestro hotel. Aquí hay mas comercio, souvenirs y comida que en la parte moderna y muchísimo más turismo – o se nota más. Una fina lluvia dificulta navegar navegar por el mar de paraguas y turistas (sobre todo chinos). Por toda parte hay mucha movida y la visita vale la pena. La zona está en muy buen estado y la arquitectura clásica crea un ambiente muy especial. En el fondo se eleva la Torre de Shanghái contrastando las edificaciones antiguas.

Nuestra estancia, desafortunadamente, es corta – pero queda mucho por ver. Después de tres noches, nos subimos a un tren bala dirección a Xi’an y nos despedimos de esta ciudad que, aunque no pudimos conocerla muy bien, nos hechizó.

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