Desacelerar en Luang Prabang

Nos subimos de nuevo a un bus nocturno, de nuevo es una experiencia rara. Esta vez estamos sentados en asientos en tres filas y dos niveles. Leo no cabe en su asiento y a mí me toca un asiento justo debajo del aire acondicionado. Por lo menos conocemos a tres austriacas que comparten nuestro asombro sobre el bus.

Al llegar a la estación de Luang Prabang caminamos como siempre al centro para evitar tener que tomar un tuk-tuk. Hace un calor tremendo y estamos mojados de sudor al llegar a un pequeño bar (¡con aire acondicionado!) para tomar un café y un matcha latte. El resto del camino ya no nos parece tan largo y llegamos rápidamente a nuestro hostal en pleno centro. Dormiremos de nuevo en un dormitorio compartido.

Aquí hay mansiones, resorts y hoteles muy bonitos, pero no pueden competir con los 2,50€ por persona incluyendo el desayuno que pagamos nosotros. Todavía estamos muertos del viaje cuando damos la primera vuelta ubicándonos entre el Mekong y el río Nam Khan entre los que se encuentra la hermosa parte vieja de la ciudad con sus miles de templos que también es patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Las pequeñas casas de madera que rodean los callejones son muy lindas y rápidamente nos damos cuenta de que el ambiente es muy especial en esta ciudad.

En el pequeño mercado nocturno donde las mujeres laosianas cocinan delicias típicas en hollas enormes, en el mercado artesanal donde venden unos souvenirs de muy buen gusto que nos sorprende (nos compramos unas pajitas de bambú para el consumo consciente de batidos) o en los restaurantes de la calle francesa – aquí hay una diligencia y a la vez un relajamiento (en parte también por el calor) que nos encanta. Aquí desaceleramos durante unos días.

Tomamos unos deliciosos batidos y a este sitio volvemos casi todos los días. Al medio día solemos ir a un pequeño restaurante barato donde venden ricos curries de vegetales, berenjena al estilo chino y tom yam. De noche quedamos con las austriacas para tomar unas cervezas en un puesto de calle en sillas de plástico – platicamos un poco de todo: la vida, viajar, …

Los conductores de tuk-tuk preguntan a cada viajero que anda por las calles de Luang Prabang si tal vez quiere ir a ver a las cataratas de Kuang Si. Obviamente queremos ir – si sudas tanto anhelas refrescarte.

¡Las cataratas y la reserva natural a su alrededor con su parque de rescate para osos nos gustan muchísimo! Como saben, ya hemos visto muchas cataratas en este viaje pero Kuang Si es especial por el color del agua. Caminamos hasta arriba por la selva y vale mucho la pena. Bajando hay que ir por escaleras inhundadas – ¡una pequeña aventura!

En Luang Prabang viven muchos monjes budistas y cada día aprendemos más sobre esta religión. ¿Sabían por ejemplo que cada persona puede ser monje y también puede dejar de serlo después de un tiempo? ¿Que la vida de un monje es rezar y rezar y no mucho más? Viven una vida simple y comen solamente una vez al día y solamente lo que la gente les da – aquí comen el arroz glutinoso que te harta durante mucho tiempo. Cada mañana al amanecer los monjes pasan por las calles de Luang Prabang pidiendo arroz glutinoso a la gente.

Un día me animo y mientras que Leo duerme, salgo a las calles silenciosas de la mañana. Toda la ceremonia pasa en paz y silencio. No tomé fotos porque está mal visto, hay que respetar a los monjes (y se me olvidó la tarjeta SD en el hostal). A partir de las 6 todos van al mercado. Tanta diligencia laosiana – ¡me encanta! Supongo que las fotos les darán una buena impresión de como es.

Antes de que acabo de entusiasmarme por Luang Prabang les cuento de la suerte que tuvimos de estar aquí justo por estas fechas. Normalmente solemos tener mala suerte si hay festivales o festivos en los lugares donde estamos, porque ya pasaron hace poco o no nos enteramos. ¡Pero en Luang Prabang nos toca el famoso festival de carrera de barcos! Los barcos largos hechos de un solo arból suelen estar almacenados en los templos de la ciudad durante todo el año, pero por estas fechas se sacan y los equipos (de más de 50 personas) compiten en el río de Nam Khan durante todo el día. Las calles a lo largo del río están llenas de gente, puestos de comida, juegos, fruta y ropa. Vendedores ambulantes ofrecen mangos crujientes todavía no maduros con sal (mira, como en Colombia), globos y algodón de azúcar.

La gente se busca un sitio en la sombra o lleva sus sombrillas para animar a su equipo favorito – ¡y nosotros estamos en medio de todo eso!

Desde aquí iremos al norte de Laos. ¡Muchas gracias por su atención! La entrada me salió muuyy larga – ¡Perdón!

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