Pasando por muchos baches y carreteras sin asfaltar llegamos a la pequeña ciudad de Nong Khiaw. Las montañas kársticas se elevan al cielo y el río Ou pasa por el pueblo que está unido por un puento macizo. ¡Nos enamoramos al instante! Sobre todo porque encontramos un hostal lindo y barato donde nos sentimos enseguida como en casa.

Al lado hay un restaurante donde ofrecen comida laosiana deliciosa: laap (carne molida de pollo o tofu con hierbas frescas), vegetales a la plancha, curries etc. y todo va acompañado de nuestra nueva comida favorita: arroz glutinoso. Los laosianos lo comen con las manos, forman bolitas o cucharas para hundirlo así en el resto de la comida. ¡Es simplemente delicioso! Así es muy divertido comer y disfrutamos mucho. De postre sirven un arroz glutinoso dulce con leche de coco, mango fresco y menta – ¡Una revelación! Nos fascina la comida ahí.

No hacemos mucho aquí, pero vamos a un punto con vistas al pueblo. El camino me cuesta mucho pero al final vale la pena sudar como locos porque las vistas son hermosas. Todo aquí es tan verde y los atardeceres nos encantan.

Nong Khiaw no es muy grande, pero aquí hay muchísimos hoteles y bungalós – !que alivio que estamos aquí en temporada baja! Aparte de nosotros hay como 10 otros viajeros.

Desde aquí tomamos el barco al aún más remoto Muang Ngoy. Nos sientan en unos bancos de madera y después de una hora llegamos. Al llegar enseguida nos pilla una señora con la que vamos a su hotel barato y que tiene unas lindas vistsas por el río. Unos niños nadan en el río pero aparte de eso no hay mucha vida aquí y el pueblo consiste en una sola calle sin asfaltar con bares y restaurantes turísticos. No nos llama mucho la atención y decidimos alejarnos de Muang Ngoy y adentrarnos hacia los pueblos para conocer la vida simple de la gente ahí.