Cruzamos la 13. frontera por tierra

Nos pesa el corazón al cerrar la puerta de nuestro Airbnb. Chiang Mai nos gustó muchísimo y la pausa nos sentó muy bien. Ahora va ser un poco duro cambiar de nuevo al ritmo de viajar.

En bus climatizado vamos a Mae Sot, la ciudad fronteriza tailendesa antes de Myanmar. Hacemos que el bus nos deje cerca del centro (simplemente hay que avisarle al conductor para que no te lleve hasta la lejana estación de bus – ¡Hemos aprendido mucho!). Caminamos por el centro de la ciudad en búsqueda de un hostal barato.

La pequeña ciudad tiene un lindo mercado y comida rica y barata. Aquí nos quedamos una noche antes de cruzar la frontera y empezar una nueva aventura. En nuestro guesthouse no hay otros huéspedes aparte de nosotros.

La próxima mañana, cambiamos nuestros últimos bahts en el mercado en un pequeño puesto donde venden ropa. Desde fuera no parece ser un sitio para cambiar dinero, pero al final todo sale muy bien y tenemos muchos kyats de Myanmar. Por última vez vamos al congelado 7/11 para comprar snacks para el viaje. Hoy hay que llegar hasta Hpa-An.

En tuk-tuk vamos hasta la frontera. En la ventanilla 9 de inmigración nos dan el sello de salida y pasamos el puente de la amistad en el que los coches se cambian de lado ya que en Tailanda hay circulación por la izquierda y en Myanmar no. Nos dan el sello de entrada y estamos en medio de la acción: Muchas mujeres y sus hijos llevan la crema de Thanaka en la cara que protege contra el sol, ayuda contra acné y se aplica en matices bonitos a la cara. La mayoría de los hombres lleva faldas largas y muchos nos sonríen con una sonrisa roja de masticar la nuez de areca que ayuda contra el sueño: ¡Welcome to Myanmar!

Comemos muy barato, aprendemos directamente la palabra «Tataló» en burmés que significa vegetariano y me alegra que fue tan fácil conseguir comida apta. Después compramos una tarjeta SIM lo que como siempre es bastante complicado pero como siempre al final todo sale bien.

Tomamos un minivan a Hpa-An. A nuestro lado está sentada una alemana y detrás de nosotros hay muchos paquetes y cajas. Parece que el transporte aquí también se usa para mandar cosas. El paisaje es muy verde y nuestra conductora maneja como una loca. La alemana se pone nerviosa y retiene la respiración cada vez que pasamos a toda hostia un rebaño de búfalos u otros coches. Me doy cuenta de que no me impresiona mucho – gracias a Laos.

Así es como cruzamos la 13. frontera por tierra y llegamos a nuestra penúltima y 18. parada de nuestro viaje. Tenemos muchas ganas de pasar unas semanas aquí.

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