Mandalay no nos emociona

¡Alucinamos de entusiasmo! Desde Monywa se puede tomar un tren a Mandalay. El precio: ni siquiera un Euro por persona para un trayecto de 5 horas. Esperamos en el calor a que nos den nuestros boletos y estamos soñando con vendedores voladores, comida en el tren, en fin todo lo que vivimos en el trayecto a Yangón.

Cuando el vendedor nos enseña el tren al que hay que subirse nos damos cuenta de que nuestros sueños no van a cumplirse:

Mandalay no nos emociona
Subirse es un arte y sólo es un vagón.

Antes de salir charlamos lo que se puede con unas mujeres y una niña pequeña que hasta nos ofrece su helado. El viaje es demasiado largo, demasiado aburrido y nuestras botellas de agua están vacías. Por suerte tenemos nuestra bolsa de chucherías y muchos podcasts descargados, así por lo menos sobrevivimos.

Al llegar en Mandalay notamos que es un poco más «fresco» que en Monywa y caminamos a nuestro hotel. Mandalay es diferente a Yangón y no le cogemos mucho cariño. Todo parece estar lejos aunque vivamos en pleno centro, todas las esquinas se parecen y para ver el casco histórico hay que pagar entrada si eres extranjero.

Damos una vuelta con la cámara y Leo solamente saca esta foto preciosa:

Mandalay no nos emociona

… ¡pero ninguna más! Aquí comemos pizza, tomamos té en uno de los tea houses, Leo trabaja y yo escribo para el blog. Pensamos en los lugares que todavía queremos visitar en nuestra última semana en Myanmar. Decidimos ir al estado Chin que se encuentra estratégicamente bien en camino a la frontera con la India que pasaremos pronto.

Al contárselo a los recepcionistas y decirles que queremos tomar un bus a «Kale» nos miran con cara de asombro. Solamente al decir que queremos ir al «Chin State» saben a qué ciudad nos referimos. ¡Parece que no va ser muy turístico!

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