Riobamba: Familia y un volcán

¡He escuchado ya tanto de Riobamba! Cuando Jois estuvo de intercambio en mi casa en Alemania escuché el nombre de su ciudad natal mucho. Nos contó del volcán que queda al lado, el Chimborazo. Ya iba siendo tiempo de conocer el lugar, sus papás, su abuela y la casa. De momento también vive Dafne con ellos, una intercambista de Brasil.

Nos reciben con una cena abundante y mucho amor, por o que nos sentimos en casa de inmediato. Aure, la tía de Jois que ya conocimos en Quito y la misma Jois llegan la misma noche desde Quito y el fin de semana promete a ser muy bonito. También vienen los tíos de Jois, Enrique y su esposa Fanny y pasamos la tarde todos juntos. Hasta muy tarde estamos sentados en la mesa, platicando, comiendo y divirtiéndonos. Desafortunadamente paso la noche después en el baño y con un gastroespasmo espantoso. ¡Precisamente cuando Jois quería enseñarnos su ciudad y el Chimborazo! Así que cambiamos de plan y nos quedamos en casa viendo películas y me cuidan todos con sopas, electrolítas y medicina para que mejore.

El domingo Jois se despide para ir de vuelta a Quito y me pongo triste. ¿Quién sabe cuando nos volveremos a ver? Tuvimos un tiempo increíble juntos y nos ayudó mucho. ¡Estamos tan agradecidos! Que no sean otra vez 10 años, por favor.

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Todo se calma en la bonita casa y nosotros decidimos de emprender el Chimborazo el lunes. Ramiro, el papá de Jois, se toma tiempo para acompañarnos en su día de trabajo. Desde la ciudad subimos en coche hasta el primer campamento que está a una altura de 4.800 metros. Nos tomamos un té de coca y comemos los sandwichs que nos preparó la abuela. Con nuevas fuerzas tomamos el camino hasta el segundo campamento a una altura de 5.000 metros. Me como un chupa-chups para hidratarme y tener suficiente azúcar en el organismo, un truco de la gente local – aquí todos suben con un dulce en la boca. Poco a poco se enfríe y el llovizno se vuelve nieve y hacemos nuestras pausas para tomar el aire. Felices llegamos al camp 2 y nos atrevimos hasta la laguna, que es más bien un charco. Así alcanzamos el punto más alto que se puede acceder sin guía a los 5.100 metros. Hasta la cumbre faltan todavía unos 1.200 metros y sólo se puede subir hasta ahí bien preparado.

Después de haber sudado tanto en Tena, se siente irreal tener frío aquí y caminar por la nieve – ¡Ecuador, me sorprendes cada vez de nuevo!

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Esta experiencia ha sido muy especial para nosotros y somos felices de haberlo logrado sin tanto soroche (mal de altura). Por la noche damos una vuelta por Riobamba con las mujeres de la casa. La pequeña ciudad con sus parques, iglesias y avenidas vivas nos gusta mucho. Cenamos comida italiana de despedida y todos estamos tristes porque nos tenemos que ir tan pronto. El camino es largo y hay tantas cosas que nos quedan por descubrir, así que cuenta cada día.

El martes por la mañana tomamos el bús en dirección a Alausí y otra vez lloro. Aquí me sentí por un poco de tiempo como en casa con familia. Mil gracias por estos días hermosos. ¡Esperamos volver a verlos pronto!

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