Xi’an: Libro de historia vivo

Con uno de estos trenes super rápidos vamos a Xi’an que está a más de 1000 kilómetros, no tardamos más de 6 horas. Hace bastante calor y llueve cuando llegamos. Obviamente no nos impide dar una primera vuelta. Nuestro hostal está dentro de la enorme muralla y queda al lado del Bell Tower. Deambulamos hasta el barrio musulmán. No es como el barrio turco «little Istanbul» de Mannheim – lo que parece ser por tantas luces neón de signos chinos y sobre todo por tanta gente que se pierde aquí por los puestos de comida para probar las numerosas delicias que se venden aquí.

Aquí puedes encontrar de todo y a buenos precios: Calamares en brochetas, yogur que se bebe, la rara fruta durian en todas las posibles preparaciones, helado, noodles fríos con salsa de sésamo, dulces caseros, brochetas de arroz dulce y colorado, patas de animal y la hamburguesa china, un tipo de kebab que es especialmente popular y hay que hacer cola para comprarlo. Aquí podemos mirar a la gente cocinando desde la calle, huele muy rico y regresamos varias veces durante nuestra estancia para probar la una u otra cosita.

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El primer día nos vamos al más famoso sitio turístico de la zona: el ejército de terracotta. Los que saben un poco sobre la historia china sabrán que aquí reinaban emperadores en sus diversas dinastías. Si una persona tan importante se muere, hay que estar muy bien preparado. Según la teoría, Qin Shin Huang, uno de los primeros emperadores y un gran unificador de la enorme China, quería estar especialmente bien preparado. Por eso se llevó a su tumba un ejército de barro para estar protegido y listo para su reino en la vida después de la muerte. ¿Se imaginan? Estamos hablando de soldados de barro de al rededor de 200 a.C. En los años 70, unos agricultores los encuentran por coincidencia y es uno de los descubrimientos más importantes de la modernidad.

Obviamente lo tenemos que ver y tomamos un bus que deja Xi’an cada minuto, así disminuyendo las largas filas de gente esperando. Lo que ya hemos aprendido: En China nunca estás solo. Los sitios arqueológicos tienen techos y son gigantescos. ¡Unos pocos soldados se pueden ver de cerca detrás de una vitrina y se puede apreciar hasta la pintura de la ropa! Según la ropa se puede saber de que rango es el soldado y por la postura de sus manos también que armas lleva. Estamos muy fascinados y Leo empuja a los chinos para sacar unas fotos – como hemos cambiado en este país… ya somos como ellos.

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En la zona más grande te miran cientos de soldados de barro, ni una cara se parece a otra y todos son de tamaño natural. Atrás se puede ver el trabajo de los restauradores que siguen trabajando y excavando, pieza por pieza…

Dejamos el área para llegar a una zona comercial que repite el tema de los soldados de una forma bastante peculiar.

Xi'an: Libro de historia vivo

En Xi’an queremos dar una vuelta por la murallab desde la cual se pueden ver los contrastes entre una ciudad antigua con sus templos (y mezquitas) y los edificios altos y modernos. La verdad, no vale mucho la pena. Hace demasiaaadooo calor y sudamos muchísimo. Acortamos nuestra caminata y nos escondemos en la terraza con sombra de nuestro hostal y jugamos a las cartas.

Desde aquí iremos a Pekín, la última parada en este país, que me impacta cada día de nuevo.

Para ustedes empieza el verano y están sudando tanto como nosotros – así que se pueden imaginar muy bien como nos sentimos ahí en esa muralla y lo que sufrimos 😀

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